El ladrillo refractario es un tipo de material cerámico cuyas singularidades se diferencian fácilmente de otros ladrillos. Pueden ser fabricados en calidades variadas, dependiendo de la cantidad añadida de arcillas con alúmina o sílice, de magnesita u otros materiales. Teniendo en cuenta los elementos anteriores, podemos dividir los ladrillos refractarios en dos tipos: con alto contenido en sílice o con alto contenido en alúmina y cada uno de ellos tiene unas utilidades específicas.
Así mismo, este tipo de ladrillo se caracteriza por tener un color amarronado o blancuzco, está compuesto por piezas de alta densidad, su textura y sus lados son lisos y homogéneos y tiene una conductividad térmica muy baja, por tanto, los podríamos considerar aislantes térmicos. Además, tiene una particularidad muy significativa, logra resistir a temperaturas muy elevadas e incluso a la abrasión. Por esa razón, se utiliza para instalaciones industriales, para construir hornos donde fundir acero o vidrio y para fines domésticos, como una chimenea o una barbacoa. Su resistencia a elevadas temperaturas es tan alta, que es capaz de soportar temperaturas más elevadas que las producidas por la lava cuando erupciona en un volcán. Mientras que la lava de un volcán alcanza una temperatura de unos 1200ºC, los ladrillos refractarios aguantan hasta 1650ºC.
¿Cuáles son las funciones del ladrillo refractario?
Como hemos mencionado anteriormente, el ladrillo refractario soporta sin problemas temperaturas altísimas e incluso, tolera la abrasión. Por esa misma razón, este tipo de ladrillo sirve para diversos fines, entre ellos, también la decoración:
Calderas
Estufas a leña
Parrillas, hornos y chimeneas
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